Llegó el tan esperado día que elegí par ver el carnaval de Venecia, después de dieciocho años, 1993.
Tenía los boletos para el Frecchia Bianca directo desde el sábado, partiendo a las ocho quince. Corrí por la calle para alcanzarlo. Es una hora de Verona en el súper tren. Llego a las nueve y media. Decidí caminar hasta San Marco, siguiendo los carteles. En la primera plaza pare en un bar para un capuchino y una “fritella veneciana” algo así como masa finita de churro pero rellena con una mezcla de crema pastelera y ricota. Manjar! Y eso que era escéptica al respecto! Seguí hasta el Rialto, lleno de negocios mirando carteras porque tengo planeado comprar una. Demasiada gente caminaba por las calles. Cuando llegue a San Marco saque algunas fotos y decidí seguir un plan. Visita al museo Peggy Guggenheim que Vivianne Ducchini me recomendó. Cruce en el vaporetto hasta Accademia y camine al museo. Di una vuelta y apareció una guía en ingles invitando a unírsele. Genial, contó un montón de cosas sobre Peggy , que estuvo casada con Marcel Duchamp, y Max Earnst y que está enterrada en el jardín junto a sus amados perros Lapso asa. Invirtió mucho en artistas entonces desconocidos en el 1930. El palazzo era su casa en un principio. Los movimientos expuestos son el cubismo, el futurismo, el surrealismo, el expresionismo abstracto. Esta Picasso, Pollock, Kandinsky, Balla, Boccionim Dali, Magrit. Muy interesante y el hecho de tener una guía es un lujo.
Camine hasta Santa María de la Salute a la caza de mascaras. Pocas, pero un sol radiante. Me senté frente al Canal a comer mi panino sintiéndome muy afortunada. Vinieron palomas y gaviotas a buscar las migas. Más tarde pude entrar a la iglesia que no conocía y sacar unas fotos maravillosas. Cruce por el puente de Academia hasta san Marco y fotografié muchas mascaras. Cansada me senté en el café Aurora , no tan caro como el Florián pero caro y planee visitar el Museo Correr, la historia de Venecia en un palacio hecho con las donaciones de Teodoro Correr, muerto en 1830. Tiene salas napoleónicas, salas neoclásicas con esculturas de Canovas. Esta el Museo arqueológico, y bibliotecas impresionantes. En el segundo piso una colección de arte antiguo con hasta un Brueghel. También numismática. Y armas antiguas alucinantes. Los Dogos por todas partes. En cada sala espiaba la plaza desde otro ángulo. Ya muy cansada estuve leyendo media hora en el café del museo vacio y agradable y emprendí la vuelta a pie a la estación de tren. Algunas mascaras más y me perdí, Salí en San Zaccharia y pedí dirección. La marea humana a esa hora era impresionante. Al fin pase bajo el reloj, la senda de los diseñadores. Compre un juego de gargantilla y aros que me cautivo y.. La cartera que venía deseando hace mucho. Y es reversible blanca y negra. En el crepúsculo se encendían las luces y la magia de la hora. Me tente con helado y saque algunas fotos mas para subir al tren que va a Torino, repleto. Pero el viaje es corto y agradable. Claro de compañera…una vieja, nunca un tipo y como la gente. Y otra cosa, el tiempo pasa demasiado rapido...
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